domingo, 18 de julio de 2010

CAP5 Silencio Incómodo

CAPITULO 5: Silencio Incómodo


¿Estás bien? - Sacándome de mis cavilaciones – pareces algo enferma.


No nada…es sólo que estar aquí atrapada en el ascensor no es la ilusión de mi vida y me esta a punto de dar un ataque de pánico – se rio con lo que dije – pero por favor no te preocupes si lo estoy pasando genial.


Creo que no fue el tono correcto el del final de mi oración, porque se quedo callada largo rato.
Siempre eres así de pesada o sólo cuando te apunto con mi linterna en la cara – no me dejo ni mencionar el ¿Qué? Cuando ya estaba poniendo esa luz blanca directamente en mis ojos.


Baja eso– le conteste, interponiendo mis manos entre la luz y mi cara - no vez que puedo quedar ciega


Uhm…un poco exagerado no crees – Donde quedó esa timidez que demostró al entrar al ascensor – bueno…si prefieres que nos quedemos las dos a oscuras por mi no hay problema.- Concluyo Cris.


Una parte de mi lo prefiere, porque las sombras que se forman dan mas miedo…- quise rectificar esto ultimo pero era muy tarde – digo…


¿Le tienes miedo a la oscuridad? – Me preguntó apuntándose la linterna debajo del rostro, dándole una tonalidad más terrorífica. No me gusta el terror – ¿Qué edad tienes?


Si quería que cayera como una niña miedosa, déjame decirte que lo logro.

Era hora del contraataque, a poco no pensaba ella que me había olvidado de la conversación con sus amigos…siempre un as bajo la manga.

¿Dónde quedo la chica sonrojada que entró al ascensor? – le dije con malicia mientras la miraba – y yo que pensé que te habías avergonzado por escucharte decirle a tus amigos que te gusto.
Un disparo perfecto. Dejó de jugar con la linterna en su cara; lo último que vi antes que lo apagara fue que bajo la mirada desafiante que me tenía y termino viendo a la puerta del ascensor; quien sabe si se abriría ahora.


Silencio incomodo. Oscuridad persiguiéndome.


*** ****


Al cabo de una media hora y mi compañía seguía muda. Éramos las dos atrapadas en un ascensor.


Ahora que recuerdo hace unos días vi en youtube un video de un hombre que se quedo 41 horas en un ascensor. Mmm…No es momento de deprimirme mas…hablemos.


Me senté en el ascensor, había pasado ya bastante rato y no es que si me rescataban se iban a fijar que estuviera de pie o recostada. El movimiento que hice hasta encontrar una posición adecuada fue muy ruidoso, además que sin querer le golpeé con mi zapatilla.

Ouch – Escuche en la penumbra.

Disculpa, es sólo que estoy cansada de estar parada – fue mi respuesta instantánea, mientras me quitaba el maletín y dejaba a un costado el porta planos.


Recosté mi cabeza contra la parte posterior del ascensor, cerré los ojos…la falta de luz me ponía de nervios, al menos al tratar de relajarme me olvidaba de que la chica frente a mi no me hablaba.


Mañana tendré una buena historia que decirle a Erika, eso si no lo ve en televisión y si lo hace…entonces….entonces yo estaré preguntándole a san Pedro porque no me deja entrar.

Ahora que recuerdo la otra vez que nos quedamos atrapadas no me dijo que estudiaba. Seria bueno preguntarle, me quede con curiosidad. ¡Uhm! creo que aprecia demasiado estar callada.


Comencé a estirar mis brazos como era costumbre cuando no tenia que hacer, por lo menos ahora ya no tenia ataque de pánico, había superado mi miedo al ascensor. Algo bueno estoy sacando.


Me pregunto que hubiera pasado si no salía tarde de la oficina, si caminaba más rápido desde el paradero, si no hubiera escuchado su conversación. Estaría igual encerrada con ella ¿?
Esta bien, no era motivo para avergonzarla con mi comentario, quien sabe, no soporto que me tomen de cobarde…aunque lo sea.


¿Cómo te llamas? – algo casual para romper el hielo, ya sabia la respuesta sin embargo quería escucharla decírmelo.


Espere un par de segundos y no hubo respuesta. Unos cuantos minutos y tampoco escuche nada. Casi me paro inmediatamente al imaginarme que había encontrado la forma de escapar de ahí dejándome sola en el ascensor.


Nuevamente choco mi pie con ella, y entonces dejé de mirar arriba pensando que seguía parada. No podía verla pero apuesto que estaba frente a mi sentada, dándole la espalda a la salida de este encierro.


¿Cómo te llamas? – volví a preguntar


Cris, dime tu nombre escuchaba en mi mente. Puede que sea el diminutivo de Cristina, Christie o algún nombre extraño de esos que escuchas una vez en tu vida.


Cuanto… ¿Cuánto escuchaste de lo que dije? – se demoró en formular la pregunta pero por fin se comunicaba. Era un buen comienzo.


Solo una parte – no espere demasiado para responderle, me estaba dando bandera blanca – no tiene importancia, se que era broma.


Escuche un ruidito proveniente de su boca, quería decir algo pero al final decidió guardárselo para ella.


Soy Cris – me soltó al rato – y tú ¿cómo te llamas?


Casi puedo decir que estaba deseando que preguntara mi nombre, ¿raro no? Porque iba a querer darle esa información a una chica…uhm. No es que importe o no que sea chica o chico…pero estaba entusiasmada.


Me llamo Mía – conteste luego de un par de minutos – un gusto conocerte.


Siempre acompaño el presentarme con la frase “un gusto conocerte”, esta ocasión no iba a ser diferente. A no ser que…


¿Te da gusto conocerme? – me inquirió al solo terminar mi presentación.


Me reí para mis adentros, que le contesto.


Seguro, es mejor que estar sola en este sitio – finalmente le dije a Cris – así que…un gusto conocerte Cris.


Un gusto también, Mía – contesto Cris en un tono medio divertido - ¿Cuánto tiempo crees que hemos estado aquí?


Es gracioso como sonó esa parte…”Mía”, moví ligeramente en ambos lados la cabeza para recordar que me había preguntado. Estoy divagando, que importancia tiene que diga mi nombre. Seguro es el estar aquí encerrada.


Tiempo…no tienes tu celular – trate de sonar lo mas tranquila posible, sin embargo me habían agobiado mis propios pensamientos – digo…deben haber pasado un par de horas.


Solamente pregunte, no era para que te molestaras – respondió Cris con una dulzura en cada palabra, que provoco arrepentimiento ante mi desagradable entonación.


No estoy molesta, disculpa si sonó así – fueron mis insignificantes palabras de justificación – A ver…yo Salí del trabajo como a las 7 pm luego en caminar me habré demorado unos 20 minutos, y como no vino en nuestra ayuda el portero eso quiere decir que ya iba de salida, con todo esto diría que son exactamente las…nueve con 14 minutos.


Le sonreí y mostré mi celular para que se fijara que la hora era real.


Casi, casi me creo tu exactitud – me contesto riendo. Habíamos roto el hielo – que bonito tu fondo de pantalla.


Cogió mi celular quitándomelo de las manos con mucha delicadeza, y lo analizaba tal muestra de arte en un museo. Para ello inventaron la luz de fondo en los teléfonos. Si conociera como lo trato al pobre.


La imagen eran dos personas que estaban en mundos separados, cada uno viendo su propia realidad sin imaginarse de otra existencia. Estos personajes se mantenían de espaldas uno contra el otro era difícil reconocer de que sexo eran, con esos trajes tan coloridos y distinguidos. Dos humanos viendo el cielo, emocionados con la luna de su planeta, una azul, la otra roja.


Lo dibuje hace un tiempo – fue mi nostálgica respuesta – puedes creer que tenia la imagen plasmada en mis sueños, no pude estar tranquila hasta que un día cogí mi lápiz y comencé a hacer los trazos.


Me invadió la emoción al contarle mi historia sobre ese dibujo, como mi inspiración llego en sueños, me transformo en dibujante de la noche a la mañana, todo para ser capaz de tocar la imagen.


Eres muy buena dibujante – lo mencionó con toda naturalidad y me devolvió el móvil – ¿que otro don tienes escondido?


No lo tenía escondido, nunca me preguntaste si sabia dibujar – la humildad no formaba parte de mi naturaleza, no con ella – uhm…pinto cuadros extraños, ¿eso cuenta?


Wuau, claro que cuenta – contestó algo sorprendida – Dentro de tus habilidades no se encuentra algo relacionado con abrir ascensores.


Ahora que preguntas…- agregué


Soltamos un par de carcajadas, alegrándonos por unos segundos de estar ahí las dos.


Los ascensores tenían que ser del clásico metal, sin ningún olor en particular, el aire transcurría de alguna parte de ese espacio no mayor de 2 metros cuadrados. A la persona que coloco esta caja de metal en mi edificio le deben arder tanto los oídos que pensara en cortarse las orejas.
Cuantas palabrotas le había dedicado en mi cabeza, por culpa de no verificar el buen funcionamiento, de darle el mantenimiento adecuado, de no haber pensado poner algún kit de emergencia dentro, que cuente con lo esencial: medicina, comida, agua, linterna, una bolsa de dormir y por que no un baño portátil descartable.

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