domingo, 18 de julio de 2010

CAP3 subitamente nos detuvimos

CAPITULO 3: súbitamente nos detuvimos


Cris moviéndose un poco para que el chico retire su brazo y de paso acomodándose el gorrito que llevaba.


Pues no te cuento todo Arturito…es una de esas aventuras que frecuentemente tengo…- dijo eso ultimo cambiando a un tono algo presuntuoso, luego se rio mas todavía.


Te lo estas inventando Cris…esta bien que no le cuentes a Arturo pero a mi…yo que se tus oscuros secretos desde tu nacimiento – Karla al parecer no pensaba que la chica de gorrita le ocultara tal información – ¿como la conoces?


Cris le abrazo mientras caminaban. Tienes razón, amiga de mi alma…perdóname por no darte reportes completos de mi vida las 24 horas al día – Seguía riéndose y estrechando más la muestra de afecto y después soltándola– La conocí en mi edificio como ya dije, en el ascensor para ser mas exactos.


Faltaba una cuadra para que yo doblara a la derecha donde estaba ubicado mi edificio y se acabaría el estar escuchando conversaciones ajenas, no es que estuvieran en plena discusión sobre el futuro del mundo si no se hacia algo por el cambio climático. Aunque sin duda, eran tan entretenidas las divagaciones de jóvenes sin preocupaciones.


¿Y como era esa chica? – Pregunto interesado Renato – para ver si puedo competir con ella por tu interés.


Con ese comentario si hicieron presentes los bufidos y silbidos propios para hacer notar la connotación amorosa.


Ya vez, hazle caso a Renato…pobrecito esta celoso de que muestres mas interés en una chica que en él – agrego Karla dándole suaves codazos a Cris – di algo.


Al parecer Cris estaba algo apenada por las palabras de su amigo, porque bajo la mirada al piso un par de veces y tratando de calmar la exaltación de su amiga.


Ay Renato…siempre tan adulador – Respondió Cris tratando de aparentar que lo tomaba en broma – la chica era muy bonita así que tendrás una dura competencia.


¿Como se llama entonces tu amor de ascensor? – Pregunto Arturo dándole un énfasis en la palabra amor.


Dirás mi competencia – Agrego Renato volviendo el rostro para mirar a la chica de gorrita.
Ya habían llegado a la esquina donde yo tenia que doblar, supongo que pensaban quedarse ahí un rato conversando todavía; bueno se acabo el estar de espía me dije. Estaban de espaldas a mí, seguí avanzando como si en ningún momento me hubiera detenido a escuchar sus diálogos.


No se su nombre…no le pregunte – Decía la chica mientras se estaba despidiendo de sus amigos con un beso en la mejilla – Solo se que es una linda ingeniera…tampoco tuve tanto tiempo en preguntarle su nombre cuando nos quedamos atrapadas en el ascensor.


En ese instante yo pase al costado de ellos como en cámara lenta, escuchando esta ultima parte con tanta atención que casi volteo el rostro para ver a los ojos a la emisora de tal mensaje. Ahora que lo pensaba bien, esa chica de la gorrita, Cris. Aunque sólo la había visto de espaldas se parecía a la chica con la que estuve atrapada en el ascensor.


Es coincidencia.


Seguí caminando a la puerta del edificio, buscando en mi maletín mis llaves. Cuando la chica de gorrita apareció a mi costado, ella se volteo para despedir con las manos arriba a sus amigos, entonces me miró y yo a ella.


Supongo que se dio cuenta que era la misma persona que acababa de pasar por su costado, cuando comento lo del ascensor con sus amigos.


Luego de ese segundo que nos miramos, voltee en dirección a la puerta puesto que ya había cogido las llaves. Pase rápidamente hasta la entrada donde siempre estaba el portero que saludaba con un “buenas noches señorita”.


Escuchaba detrás mío pasos, seguramente ella había entrado también, y por alguna razón no quería adelantarme. ¿Qué estaría pensando?


Llegue hasta la puerta del ascensor y presione el botón para que bajara. Me percate que estaba a unos pasos de mi, me giré a mirarla como quien no sabe que hacer mientras espera la llegada del ascensor.


Allí estaba ella, mirando con tanta atención el piso, apoyada en la pared y moviendo de manera impaciente las manos que sostenían un bolso. Creo que no quería darme la cara, porque se notaba algo nerviosa y no como ese día que la conocí toda animada y sonriendo todo el rato.


Por fin las puertas del ascensor se abrieron, subí rápidamente y me acomode en un rincón; si bien no tenia porque estar avergonzada lo único que podía percibir es que lo estaba. Miré arriba y los costados, sin duda estaba intimidada, el motivo: no lo sé.


Ella subió también pero no dejo en ningún momento que mis ojos se encontraran con los suyos, se puso de espaldas a mí, bloqueando la puerta del ascensor; me daba la impresión que sólo esperaba que llegara a su piso para bajar tan rápido como le dejaran sus pies.


Ya estábamos por el séptimo piso, y era el mas incomodo de los silencios, no se podía escuchar absolutamente nada. Pensé por un segundo que había ido a parar a un mundo subalterno donde no existía el sonido y hasta me parecía un recuerdo lejano el oír mi propia voz.


Fue un segundo, tal vez dos y el silencio se esfumo por culpa de un chirrido, eran dos metales rasguñándose entre si.


El ascensor se detuvo.

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