domingo, 2 de enero de 2011

CAP 10 Just my imagination

Un simple día se me ocurrió escribirlo, como que me puse en la piel de un personaje- hablé esto rápido sin darle tiempo a interrumpirme – y salió el escrito directo del horno.

Uhm…Uhm…no se porque pero no te creo, como que hay algo mas – decía esto mientras con una de sus manos alcanzo mi cabello y enredaba sus dedos, tratando de ensortijarlos – cuéntame pues, estamos las dos solas, no lo publicaré en alguna web cuando seas una famosa escritora…anda cuéntame.


Porque esas respuestas, no pude evitar reírme. De verdad esta chica creía que contaba con algún tipo de futuro en la escritura, supongo que según ella me pase 5 años de mi vida en la facultad de ingeniería sólo porque no tenía nada que hacer.


Para que sepas, soy ingeniera – le contesté luego de girar mi rostro hacia donde ella seguía jugando con mi cabello- y una muy buena ingeniera…tengo referencias.

No dudo de tu capacidad para la ingeniería, es que si tienes otro don porque no lo explotas – Para mi desilusión ya se había cansado de jugar con mis cabellos, si por mi fuera podía seguir intentando toda la noche que tenga hondas en mi cabello completamente lacio – a nadie le viene mal, un poco de dinero extra. Además, estas negándole al mundo conocer a Mía la escritora.


Me gustó mucho escucharla pronunciar mi nombre, fue orgullo acaso, no estoy segura de que sentimiento sacó a flote.


Bueno, no es que quiera negarle al mundo conocerme, es que no están preparados para tanto talento junto – vale, si me daban cuerda, podía volverme la persona mas engreída jamás escuchada – pinto cuadros, dibujo animes, escribo libros, soy ingeniera y tengo a las justas para irme en autobús todos los días al trabajo.


No pudimos parar de reír las dos ante lo que había mencionado. Sin querer roce mi mano con su rostro, inconscientemente quería acariciarla. Esto me puso nerviosa y retire bruscamente mi mano, como si hubiera tocado mismo fuego o electricidad. Todo mi cuerpo se tenso.

Desapercibido, ciertamente que no pasó. Cris había dejado de reír y se levanto de golpe de mi regazo, para nuevamente sentarse a mi costado izquierdo.



Según mi experiencia hay dos tipos de silencio, el que te relaja y no hace más que estrechar la confianza entre dos personas. El otro silencio, el incómodo.



Ya habíamos pasado por eso de silencios incómodos en las 5 horas que llevábamos en el ascensor, ya no podíamos regresar a lo mismo. Estaba cansada de eso, me irritaba y no decía nada.


Ah…este, te molestó que me apoyara en ti – Esa fue su escueta respuesta, tan bajo lo pronunció, que me alegré el estar cerca para poder escucharla – disculpa si es eso.


Así que eso pensó ella, que por eso retire mi mano de forma tan abrupta, estaba ya cansada de que estuviera recostada en mis piernas o quien sabe un calambre.


No…no para nada, no me molesta en absoluto…ponte cómoda como desees – Eso me sonó a ruego para que se volviera a recostar en mi regazo- digo, no hay problema.


Al parecer mi contestación le quito las dudas que se había planteado, escuche su risa por lo bajo y volvió a su antigua posición, esta vez de costado, teniendo la vista en la puerta del ascensor.


Creo que estas cambiando de tema para no contarme sobre ese poema – había retomado sus energías y la curiosidad también – si me respondes esto, te contesto cualquier pregunta que quieras hacerme.


Me encantó poder tener la posibilidad de saber más de Cris; si pudiera en estas horas que vamos a pasar aquí encerradas conocer todo su pasado y presente… porque era un hecho Yo estaría en su futuro.



Cabeza loca, que piensas…



¿Estas ahí? – dijo. Mientras con un dedo me pinchó el estomago, ya me la imaginaba con un puchero en la cara – Hazme caso… - Moví la cabeza tratando de alejar esos pensamientos extraños… niña me haces sonreír cuando juegas conmigo.


Estaba pensando que pregunta seria interesante… - contesté lentamente a la vez que clavaba suavemente mi índice en su estomago, respondiéndome con una risita.

Nada de preguntas hasta– se estiro para retirar algo de su bolsillo - que me hables del poema.



Dicho eso saco su celular y prendió la linterna. Apuntó contra la pared del ascensor, exactamente donde está el panel de control con los numeritos, el reflejo de la luz contra el metal aunque tenue nos alumbro el ambiente.



Con ella en mi regazo era muy difícil concentrarse, se acomodó boca arriba en mis piernas, moviéndose un poco para encontrar la posición perfecta; me sonreía y yo baje la mirada para observarla. Tan cerca de mi piel y sin poder tocarla.


Ahora debía de tener cuidado con no quedarme mucho tiempo embobada mirándola, pero yo también ganaba algo…ahora podía verla. Esos ojos preciosos, su naricita me llamaba, me pedía en secreto que comprobara si era real…labios entre abiertos, delimitados por un labial que tenia el placer de tocarlos...o si, esa boquita a 40 centímetros de la mía, seduciéndome, incitándome a probar lo prohibido. Que tortura sólo poder verla.


Ey! – sentí su dedo hundiendo ligeramente mi mejilla, y después ese mismo dedo delimito mi perfil, desde mi frente, eludiendo un par de cabellos negros; provocándome tanto al deslizarlo hacia mi mentón, rozando mis labios en plena travesía– que tanto me miras…me vas a gastar – esto último lo dijo de una manera tan jodidamente sexy, que me detuvo en el instante que iba a capturar ese dedito con mi boca…mmmm…casi me lanzo a besarla, a recorrerla y no se que mas cosas que me incitara mi piel.


Ahh…eheh…ohh – me quitó la habilidad de pensar y podría jurar que babeé, literalmente babeé – que…ja ja.- me había descubierto, sonreía mirando al techo… no tenia con que contrarrestar esa oración.



Se rio de mi reacción, no con esa pica de “caíste”…sino como una niña que le salió bien su fechoría.



Ya párale con los “ji ji ji” – La miré – te han dicho que no eres para nada humilde

A veces…pero no le presto atención a los envidiosos - se oyó en su voz una arrogancia forzada - ¿en que estábamos?


En que te iba a besar, recorrerte el cuerpo, y… ¡ups! Eso no.


Algo con un escrito – pronuncié ante su interrogante


Oh si, el poema - prosiguió Cris - A quien va dirigido


“Los viernes están marcados como un día negro en mi calendario; para sacar esa melancolía de mi organismo, me obligué a escribir un cuento en forma de poema; me forcé a olvidarme de los amoríos juveniles; fue una etapa en mi vida en que madure, sería mentir sino dijera que también me ayudo a darme cuenta, lo feo que es depender de alguien…uhm. No fue siempre así.

Le había querido. Nos conocimos en clase de literatura, nos escribimos un par de notas y ya estaba saltando en un pie; era divertido, mordaz con sus comentarios, dejándome muchas veces sin que decir…

Suspiro…

Tuvimos nuestros buenos momentos como toda pareja, y también como todo par de enamorados llega un momento en que el amor se acaba; hubiera querido terminar siendo amigos; ¿pero? es difícil cuando te rompen el corazón. Dulzura. Risas. Peleas. Engaño. Separación, ese es el desenlace“


Desde ese tiempo a estos días, los noviazgos no eran mi fuerte. Nadie me movía el piso, no me inquietaba cuando algún muchacho lanzaba esas miradas de “sígueme el juego”, no encontraba todavía quien estremeciera mi corazón, quien provocara mil y un sonrojos, que sacara a flote mi lado seductor. Que me hiciera perder la cabeza, y borrara esos limitantes que yo misma me trace.


Creo que espero a alguien que me haga babear, que el tiempo se me haga corto, que me muera…por…besar. En ese instante me fije en la señorita Cris, ella… ¡ella! producía todas esas sensaciones en mi. ¿Me gusta?, tanto tiempo a pasado que ya no puedo descifrar las señales que mi cuerpo me deja, tan ciega estoy. Y Cris ahí, viéndome fijamente, esperando una contestación.



El escrito, esta dedicado a una persona que conocí hace algunos años – ya era hora de decirle la verdad, he hecho un descubrimiento; además ganaba una pregunta – nos llevábamos bien, pero luego descubrí un par de cosas y la mejor forma de terminar fue con esa nota…la tengo bien memorizada, por si algún día debo utilizarla nuevamente - Jamás se me hubiese ocurrido decir eso tan fácil.


¿Aún sigue abierta la herida? ¿Cómo lo conociste? – Rodó sus ojitos como de cachorro – es el de la foto, en tu billetera.

Llámenme demente si quieren pero su voz estaba triste, apagada. Tanto tiempo había demorado mi respuesta, que creyó que extraño al susodicho. No me escucho gritar: ¡Me gustas! Vale ¿le digo eso en voz alta? Me vinieron unas ganas grandes de abrazarla y poder confortarla con mis brazos.



Y pensar que sigue con eso de saber quien es el chico de la foto, no pospondré mi respuesta más, si con eso escucho tu risita, moriré feliz.



Era alguien de mi escuela, hace años que no se nada de él, y la verdad me tiene sin cuidado…a partir de ahí no tengo ningún tipo de relaciones con gente menor que yo – le replique, mostrándome lo mas animada que podía- y acerca de la foto…es mi hermano mayor.


La sentí lejana a mí, había ido a parar a sus pensamientos y no podía alcanzarla, me dejó sola. Ahora era yo quien tenia expresión triste… llévame, no me sueltes.



“Déjame quedarme, sólo mirarte; eres una obra de arte que debo admirar y nunca palpar. Inspiras a los humanos, me arrebatas mis deseos. ¿Soy un ser Inerte?”, vez lo que me infundes.


Gradualmente despertó, sus ojos fueron directo hacia los míos, con una determinación única ¿qué pretendía hacer?, se separó de mi regazo, quedándose sentada frente a mi; movió ligeramente su rostro y lentamente su mano derecha fue a dar a un mechón escurridizo que tapó mi vista, lo acomodó con parsimonia detrás de mi oreja.


No deberías quitarles la oportunidad a personas menores que tú…de enamorarse de ti -era una expresión seria la que lucia ahora Cris, clavándome sus pupilas – no es justo.



Todos estos años, me había planteado eso como uno de los principios que regía mi vida amorosa. Mas si ella deseaba desechar esa idea, yo…




¿Lo dice por ella?




Uhm…Lo pensaré – le aseguré con la misma seriedad que ella sostuvo sus palabras.


Bien, tu turno – prosiguió, y sus ojos se escaparon de los míos- ¿Cuál es tu pregunta?


Se alejó un poco, y su espalda descanso en la pared lateral del ascensor, al costado mío físicamente, mentalmente, que se yo.


Había hecho un cuestionario hasta hace unos minutos, como primera en el listado era saber si salía con alguien; lo segundo, el contenido de ese paquetito que alejo de mi, cuando inspeccionaba su bolso; tercero, como le…gusta…que la…uhm, al verla tan distante y alicaída. Se esfumaron tan superfluas ideas.



¿Por qué te has puesto triste? – formulé la única pregunta que me carcomía el alma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Y tu que opinas..

Banner de urd